Malaz: el Libro de los Caídos. Lo que los fans no admiten.
Malaz es considerada por muchos una serie que, o la odias por su pretenciosidad o la amas a muerte, y con el tiempo he descubierto que esta afirmación es cierta, aunque esto es debido a que, una vez que te enganchas con el estilo de particular de escribir de Erikson, comienzas a ignorar sus errores, errores que empiezan a incrementarse a medida que avanza la saga. Hay muchas cosas buenas para decir sobre esta serie, empezando con que se distingue de las novelas de fantasía moderna a la que estamos acostumbrados, ya que toma más influencias de Robert E. Howard que de J. R. R. Tolkien. A menudo la acción tomará lugar no tanto en castillos de corte europeo como en desiertos y savannahs africanas. El conflicto entre lo que consideramos como civilización y barbarie es un tema recurrente en la obra. Erikson idealiza el concepto de líder con el de un rey guerrero y sabio como Conan el Bárbaro. Otro aspecto positivo que puedo recalcar, y no es muy común en este género, es cómo siempre prioriza el arco argumental de los personajes antes que la historia, lo que hace que al final de cada historia haya un sentimiento de catarsis y éstos queden para siempre en nuestra memoria. Pero mencionemos también las razones de por qué la mayoría de los FANÁTICOS dicen amar esta saga, razones las cuales expondré por qué que son, en realidad, o falsas o negativas en sí mismas para la obra, y son las siguientes, es una historia oscura y sanguinaria donde los buenos no siempre ganan, tiene una infinidad de personajes con caracterización compleja, es una lectura madura que recompensa la paciencia y, por último, está llena de misterios que no son respondidos a directamente.
Primero que nada, que sea una historia oscura suele ser el argumento que utilizan los que buscan una lectura que apele más a las sensaciones que a la reflexión. Que tenga violencia y degeneración no la convierte en adulta. Es más común que los escritores se valgan de estos elementos no para aportar realismo sino para impresionar y satisfacer la morbosidad del lector. Solo hay que ver por qué suelen evadir describir en detalle situaciones un tanto incómodas para la demografía a la que va dirigida, como ser las relaciones sexuales entre hombres; mientras que hay gran variedad de escenas de este tipo entre mujeres. Esto ocurre porque no provocaría placer al lector, demostrando cuál es el verdadero objetivo de estas escenas. En relación a que los héroes no siempre ganan, nunca mencionan que, cuando lo hacen, es gracias a algún elemento mágico del cual no teníamos idea que existía. Erikson trata a la magia como algo que no puede ser entendido por el lector con facilidad, lo cual no está mal, pero son más las ocasiones en que ésta ayuda a los héroes en lugar de causarles problemas, no es así cómo se utiliza este sistema de magia, se considera conveniencia argumental.
Malaz tiene muchísimos personajes, y la mayoría con complejos dilemas filosóficos que, aunque interesantes, son más apropiado en sacerdotes o eruditos y no tanto en soldados, comerciantes o esclavos. Steven Erikson explicó en una ocasión que en su vida se encontraba con personas con poca educación pero visiones complejas acerca de la existencia. A lo que yo le respondo que la excepción no es la regla. A Erickson se le da mejor escribir a los personajes secundarios mejor que a los principales, porque tienen conflictos identificables y, al ser mortales y más prescindibles, pueden perder la vida y no regresar a través de la magia. Rara vez verás a los personajes principales atravesar por incertidumbres de este tipo, porque siempre saben lo que tienen que hacer debido a que un dios les dijo qué hacer, cosa que, como el lector ignora, no tiene otra opción que seguir leyendo para saber qué es eso.
Hablando de paciencia, los primeros libros manejan con prudencia el ritmo. Se emplean las suficientes páginas para conocer a los personajes hasta el eventual clímax, y si bien el tramo que hay entre estos dos momentos es muy largo, al menos pasan muchas cosas en el camino como para que sea disfrutable; pero con el pasar de los volúmenes, Eriksson se obsesiona con esta estructura y lo único que ofrece son personajes caminando por cientos de páginas, intercambiando monólogos filosóficos que tienen muy poco que ver con la trama de momento, hasta llegar al condenado clímax. Esto deja en evidencia que Erickson no tiene una historia en mente sino eventos, y elige rellenar los vacíos que hay entre éstos con diálogos y personajes estrafalarios que no aportan nada al conflicto central. Muchos fans dicen que hay que tener paciencia, pero lo único que mantiene al lector es el gancho, la promesa de que cuando llegue al final del camino habrá respuestas a los interrogantes que surgieron. Debo reconocer que al comienzo la información se revelaba de manera paulatina y creaba nuevas intrigas, lo cual te motivaba a seguir leyendo. Sin embargo, luego del libro 5 las respuestas son de dos tipos: o difusas o simples, lo cual me lleva al último punto.
Como dicen todo el que haya leído algún volumen de la saga, Malaz no te va a entregar todo servido, y el autor no revelará los misterios en una convención o en Twitter, como otros autores (ya deben saber a quién me refiero), Erikson es de los que piensa que cuando una obra finaliza se tiene que pretender que el autor está muerto, pensamiento del cual estoy 100% de acuerdo. Si algo no quedó claro en su trabajo entonces no existe, ya sea porque fue intencional o por la incompetencia del autor al no encontrar una forma coherente de introducirlo en su producto. La ambigüedad es algo muy bueno. El mejor capítulo de La Rueda del Tiempo es el último de todos, ya que deja unos cuantos interrogantes respecto al destino de algunos personajes que el autor se llevó a la tumba sin afectar el conflicto final, pero no es lo mismo guardarse información que sirve para explicar la motivación de un personaje, porque provoca que nunca lleguemos a conocerlo a fondo y debamos aceptar ciegamente sus actos, ya que, como no sabemos todo de ellos, no hay otra opción más que confiar en que tenían la razón desde el principio, por lo que no hay conflicto moral. Yo no entiendo por qué los fans alaban el último libro, derramando lágrimas por el final del viaje. El libro 10 es el peor final que he visto en mi vida. ¿Qué clase de final deja un montón de tramas y arcos personales abiertos? Luego descifré por qué se tomó esta decisión. Al parecer, Erikson no quiere entregar todo porque lo va a usar en varias secuelas y precuelas que tiene planeado. ¿Qué tanto puede seguir un mundo expandiéndose? ¿10 libros no fue suficiente? Entiendo que se pueda hacer una precuela con personajes que no llegaron a aparecer y solo fueron mencionados, pero varios personajes centrales quedaron con sus arcos argumentales abiertos. Muchos argumentan que en Malaz no hay principios ni finales porque, al igual que en nuestro mundo, así funciona la Historia. A lo que respondo: sí, pero estamos hablando de ficción, sí hay un principio y un final, los delimita su autor, por más bonito que suene, una novela no tiene vida propia. No es que no sepamos todo del mundo malazano, que tampoco es necesario conocer a detalle, sino que el autor se guarda esta información, ya sea porque no la sabe o porque quiere seguir sacando libros de ella hasta morir.
En conclusión, Malaz: el Libro de los Caídos es una saga con momentos buenos, con una historia coherente que se va derrumbando bajo su propio peso mediante continúa. Me siento un poco mal escribiendo estas palabras, porque me enganché muchísimo cuando empecé a leer la serie, aunque de ser sincero, en un punto, lo que me impulsaba a seguir leyendo novela tras novela era que ya había invertido demasiado tiempo y quería conocer la verdad detrás de los misterios que, a mi pesar, no fueron resueltos. Así que si quieres adentrarte en esta saga, mi consejo sería que no lo hagas pensando en que todo tendrá sentido y cerrará cada cabo suelto, en vez de eso disfruta de los momentos y de los personajes secundarios que sí tiene resoluciones satisfactorias, muy satisfactorias.
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